TERROR Y HORROR – Licantropía

TERROR Y HORROR – Licantropía

“En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves….”

 Un hombre transformado en animal, es la historia de Nabucodonosor II rey de Babilonia (630–562 a.c.). La interpretación y profecía del profeta Daniel, le trajeron siete años de maldición. El monarca anduvo entre bestias moviéndose en sus cuatro extremidades. Sin duda es un relato que nos hace pensar sobre el origen o al menos sobre los siglos que ya lleva entre los hombres esta condena.

 Este artículo no pretende analizar el mito a nivel mundial, pues sería un trabajo bastante extenso y poco oficioso para el propósito de solo invitar a adentrarnos en la leyenda. Sin embargo, hay hechos que por su relevancia en la historia deben ser recordados y este es el caso de Licaón rey de Arcadia en Grecia. Esta leyenda tiene similitudes con Nabucodonosor II, ambos monarcas sufren producto de maldición, la que ocurre luego del rompimiento con una deidad superior. La condena de Zeus al rey Licaón es por comer carne humana y ofrecerle la de un niño al que dijo era su hijo, esta broma de Licaón a Zeus, le costaría la transformación a bestia de él y toda su estirpe. Cayo Petronio escritor romano, ya hablaba de la existencia del hombre lobo en sus historias, el mito estuvo integrado en el imaginario colectivo de Roma en muchas formas, también representado en sus arte y esculturas.

 Sin embargo al referirnos al hombre lobo, inmediatamente pensamos en un varón, no en mujeres víctimas de la maldición y el cine tampoco ayuda mucho a dar el lugar femenino que la bestia tuvo en las mujeres. En Armenia, las mujeres convertidas en lobo eran una realidad para los habitantes, ellas vivían siete años como bestias producto de sus pecados. Las lobas se movían solo de noche y durante el día se sacaban la piel de lobo volviéndose nuevamente humanas, quizá para cumplir sus roles femeninos de aquellos días. La pecadora ahora convertida en loba no solo ataca a otros, sino que, parte por el asesinato de sus propios hijos y esto luego que una extraña deidad se lo ordene. La historia dice que si la piel que usa por las noches es quemada, la maldición se acabaría de inmediato. Tan conocida es esta leyenda en Armenia, que el grupo de metal Power Metal Powerwolf dedicó la canción “Werewolves of Armenia” al mito del hombre lobo. Si el metal no es del gusto del lector, igualmente les invito a escucharla, así conocerán diferentes manifestaciones de la cultura licantrópica en el mundo.

 Las leyendas más documentadas sobre el mito del hombre lobo se encuentran en Francia, es por esto que nos detendremos en uno de los países que más describió el fenómeno. En pleno siglo XVI hay numerosos reportes de encuentros con aquellas bestias, incluso testimonios escritos de juicios que se llevaron a cabo.

 Aunque en muchos casos, la licantropía terminó asociándose a psicosis colectiva o enfermedad mental, llegando a concluir que eran delirios provocados por el paciente por un desorden de auto-identidad. Luego la siquiatría lo llamaría alucinaciones vinculadas a supuestas transformaciones de animales o simplemente pacientes psicóticos. Otra teoría que trató de dar una explicación lógica y racional al fenómeno fue el Cornezuelo, hongo envenenado que afectaba a los cereales y alimentos de gran parte de Europa, provocando alucinaciones que llevaron a sicosis colectiva a pueblos enteros.

Volviendo a la Francia del siglo XVI, nos encontramos con uno de los hechos de mayor connotación pública. En el año 1764 en la diócesis de Gévaudan, el clérigo insistía en los sermones que aquello era castigo de Dios, pues un feroz animal los estaba matando y nadie lograba acabar con él. Algunos testimonios relatan que la bestia destruye a sus víctimas, roe sus cráneos y los separa del resto del cuerpo mutilándolo por completo. Ya era un asunto político en Francia a esas alturas, pues llego a ser molestia para Luis XV, quien veía como el mito crecía y la bestia no moría.

 La bestia de Gévaudan ya era conocida fuera de las fronteras de la gran Francia, situación que tenía muy inquieto al Rey de Francia. A esas alturas, se habían reportado más de 122 ataques, más de 66 muertos y varios heridos. Tan grave era el asunto, que el propio Luis XV designo a Antoine de Beauterne, para matar al animal. Beauterne, era un teniente de la majestad quien debía acabar con la bestia, además se le conocía por su valentía y por su destreza en el uso del arcabuz. Pero solo pudo matar muchos lobos y los asesinatos continuarían en Gévaudan sin lograr dar con el monstruo el real asesino. Pasarían dos años sin resultados, aumentando las víctimas de la bestia y con una corona desinteresada en los hechos dio todo por concluido. En ese momento aparece la figura de Jean Chastel, un cazador contratado por el marqués d’ Apcher para acabar con la bestia, es así como Chastel pide en oración en Notre-Dame-de Beulieu lograr su cometido. El adinerado noble pone su fortuna a disposición de la cacería y el fusil de Chastel sería el que pone final a la bestia. Se dice que cargaron el cuerpo sobre un caballo, no era perro ni lobo y los colmillos eran enormes de 37 milímetros, la autopsia reveló restos humanos en el estómago del animal. Chastel llegó a Versalles para entregar a Luis XV el cuerpo de la bestia, pero la respuesta del déspota fue que estaba fétido el animal y que se había demorado mucho en su cometido. Luego se pudo constatar que fueron más de 121 muertos y más de 230 heridos, algunos piensan que se trató de un asesino serial, otros piensan en la teoría que fueron muchos lobos y los más osados dicen que algunos nobles estarían implicados en las decapitaciones y asesinatos.

 En Norteamérica el hombre lobo es conocido por los nativos como el skinwalkers, los Apaches y Hopi también le conocen como un ser temible de rostro desfigurado y un cuerpo deformado, su origen está vinculado al rompimiento con las deidades supremas, sin duda un castigo de por vida. El Skinwalkers es un curandero que habiendo sido benevolente, abuso de las artes de la magia para el mal y de ahí su maldición eterna. Este ser de fuerza sobrenatural es literalmente inmortal, solo podría morir si le atacan con un cuchillo cubierto en cenizas blancas, otros creen que una bala podría causar el mismo efecto. Para los nativos es tan maligno este ser, que solamente hablar de él podría atraer su presencia.

 Hay numerosos testimonios del Skinwalkers, nos detendremos someramente en el de Terry y Gwen Sherman, ya que vincula el fenómeno ovni directamente con el Skinwalkers, lo que hace de esto un relato aún más interesante. Ellos describen que luego de ver varios ovnis volando sobre su rancho, siete de sus vacas fueron muertas, mutiladas y otras desaparecieron. Luego de los hechos los Sherman venden el rancho y sus nuevos moradores relatan el encuentro con este ser de ojos amarillos penetrantes, el Skinwalkers, que finalmente logró escapar de sus atacantes.

 El fenómeno no ha pasado desapercibido, pues de un modo u otro se ha puesto cada cierto tiempo en tabla, una de las formas de explicarlo fue por medio de las enfermedades. Como la Hipertricosis que provoca el crecimiento anormal del vello del cuerpo o la del conocido “Escorbuto” muy común en los marinos que en aquellos tiempos carecían de dieta ricas en verduras, frutas y hortalizas, la falta de vitamina C provocaba que las encías les sangraran, entre otras manifestaciones de la enfermedad.

 La licantropía sigue presente a través de los siglos, vinculándose a lo mágico y religioso y, así como el vampiro de Bram Stoker, el licántropo también reconoce un rompimiento con lo sagrado del cual hemos venido hablando. Ambos seres sobrenaturales de origen perverso y maligno. El therion o bestia puede convertirse en animal y volver a recuperar su aspecto humano, no sin dolores atroces y crecimiento sobrenatural de huesos. En cambio el vampiro pareciera disfrutar de la metamorfosis diabólica conservando rasgos humanos que puede mantener luego del ataque a sus víctimas.

 Los casos relatados a través de los siglos merecen nuestra atención, pues son demasiadas coincidencias sobre el fenómeno. Muchos autores han insistido en relatar y documentar estos hechos de transformación humana a bestia y ni los tiempos modernos pudieron detener el avance del mito. Así, es el caso en Galicia España, de un hombre que asesinó creyéndose víctima de la transformación del lobizón. Fue tal el impacto que provoco en la sociedad del siglo XIX, que este caso fue fuente de la película “El bosque del lobo”, del director Pedro Olea del año 1971.

 En Europa, existía la creencia que el séptimo hijo varón nacido, trería dones especiales, una inteligencia que lo hacían destacable respecto de otros niños, pero también la maldición para su familia. La leyenda del séptimo hijo varón también está presente en Argentina, donde se creía que este hijo traería la maldición familiar convirtiéndose en un lobizón. En Paraguay, Uruguay y también al sur de Brasil existe el mito de que el séptimo hijo varón nacido será un engendro maligno del lobo.

 Tan arraigada estaba la creencia del lobizón, que se instituyó el apadrinamiento de parte de los presidentes al recién nacido, de este modo se evitaría que los padres asesinaran a este hijo maldito. En Chile, si bien no hay registros sobre el lobizón y su real vinculo al apadrinamiento presidencial, si hay certeza que durante el siglo XIX se comenzó a hacer efectivo este beneficio para el séptimo hijo, beneficio que aún se entrega por disposición legal. En la Rusia zarista se otorgó el padrinazgo imperial, que en manos de Catalina la Grande rompería la maldición que le esperaba al infante. Como los tiempos deben evolucionar dejando atrás conductas machistas y discriminatorias, en Argentina durante el gobierno de Cristina Fernández, se comenzó a incluir en el padrinazgo a las mujeres. Como vemos lo que nació como un mito terminó siendo un derecho legal para el séptimo hijo nacido en estos países donde la costumbre se ha mantenido curiosamente.

 A la fecha, no hay consenso sobre los testimonios de quienes han visto a los hombres transformándose en luna llena, aunque son muchos los casos documentados sobre descuartizamientos, decapitaciones y asesinatos. Como es sabido el sacrificio humano no fue una práctica considerada bárbara por algunos pueblos y culturas, quizás los dioses bajaron a la tierra y nos honraron por ellas o para desgracia nuestra, nos castigaron y lanzaron la maldición de la bestia. Sin duda, cada lector podrá discernir sobre la veracidad o falsedad de los relatos en torno al lobizón, pero en algo que podemos estar de acuerdo, es que el mito del hombre lobo jamás se ha apartado de nuestras vidas a través de los siglos.

Por ANDREA RÍOS

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