“la psique del hombre debería ser estudiada porque nosotros somos el origen de todo mal”.”…
Carl Jung
Es legítimo reflexionar sobre nuestra actual sociedad, su nivel de avances científicos y tecnológicos aún no logran satisfacer aquellos deseos más básico e internos del hombre, la emoción del miedo sigue siendo una de las búsquedas más extrañas y anheladas, siendo una de las emociones básicas que todos poseemos. Somos la única especie en el universo que teme a lo desconocido, a lo que no ve y quizás esto nos hace experimentar emociones de miedo. Pareciera que cada cierto tiempo, necesitamos que nuestro sistema se active con el temor, en esta función siempre se le ha responsabilizado a la amígdala, una región de nuestro cerebro que nos permite experimentar la sensación.
Es de gran importancia que este sistema de alerta nos avise del peligro inminente, ya que, si nuestra amígdala sufriera algún daño, muy probablemente no sufriríamos de miedo, esto pasaría con un paciente con la enfermedad de Urbach-Wiethe. Estudios recientes, indican que existen otras áreas cerebrales que estarían involucradas en esta emoción tan antigua como irracional.
En gran parte de Latinoamérica y Europa hay lucrativas empresas que han venido a satisfacer esta necesidad del hombre a sentir miedo, algunas de ellas ofreciendo incluso un turismo vinculado a lo paranormal, el que generalmente se realiza de noche. Solo pensemos lo lucrativo que se ha convertido Halloween para muchas empresas y emprendedores.
Quizás por esto bendecimos a los grandes cineastas o escritores del género, quienes nos han deleitado con sus terroríficas historias que quedarán en nuestra retina. No hay placer sin sufrimiento, situación que ocurre al leer un buen libro de terror o sentarse a ver una película que no nos dejará dormir por días, ya que este estímulo intenso provoca adrenalina en nuestro cuerpo, produciendo una fuerte excitación y sensibilidad, al pasar esta emoción se dará paso a la tranquilidad. Nuestro cerebro experimenta alivio y en ese punto, nos sentimos como Jovovich en Resident Evil, valientes enfrentándonos al peor desafío, a lo más aterrador, como no volver a pasar por aquello y derrotar a unos cuantos demonios en el camino.
Con la emoción de miedo generamos dopamina y por ende el sujeto gozará aquella situación, ya no hay solo sufrimiento, habrá una recompensas. Se tiene el control de la situación y esa zona de confort nos permite manejar las emociones de miedo, lo más importante para quienes aman este género, es lograr apartarse de lo rutinario. Se emocionarán, se ilusionaran y hasta sufrirán lo que el protagonista vaya experimentando en la historia, que en muchos casos concluirá en desgracia y dominación del mal.
Quien siendo adolescente, no ha querido subir a la montaña rusa, sufriendo en la bajada y sintiéndose valiente luego de contener el vómito, algo parecido con las emociones provoca al espectador o lector del género oscuro. Nos vamos sintiendo fuertes si logramos terminar una película al lado de nuestro acompañante, ya que, el terror es utilizado además como herramienta para enganchar con quien nos parece interesante, pero ese es un tema que no abordaremos por ahora.
La emoción es tan importante en los seres humanos, que hay teorías que abordan la emoción del asco, como un rechazo que nos recuerda nuestra esencia animal, las que fueron abordadas por Rozin y sus colegas. Estos autores, indican que si uno experimenta la sensación de asco y desagrado frente a situaciones límites, sean sexuales, de muerte, o de grandes descuartizamientos, es justamente porque tenemos la inclinación a humanizarnos, donde claramente nos debemos diferenciar de una bestia. (Rozin 1997; Haidt, Rozin, McCauley e Imada 1997). Esto significa que una mutilación real, no sería lo mismo que en el contexto de una película, pues ahí estaría inmerso el elemento de ficción. Como un elemento de sanidad sicológica, tomamos distancia de lo que nos parece brutalmente repulsivo, pero podemos apreciarlo según sea el contexto de creación ficticia.
Para el psicoanalista Carl Jung, hay elementos arquetípicos comunes a todos, es decir creencias de todos los seres humanos. Acá estaría el bien y el mal como este elemento, en este contexto las imágenes de sombras juegan un papel importante en el subconsciente que nos presenta el terror, el ambiente creado en las historias y series actuales del género, es fundamental. Un buen ejemplo de inconsciente colectivo, se vio en las primeras etapas de la gran pandemia del Covid. Quien no vio en las filas de supermercado como se acaparaba el papel higiénico en sus carros de compras, daba la impresión que el SARS-Cov-2 nos mantendría con una indigestión constante, o peor aún, mutaría a algún tipo de entidad siniestra a la que podríamos envolver y derrotar. Siempre habrá lugares comunes y horrendas historias, que seguirán creándose para que el hombre individual o colectivamente, pueda sufrir y disfrutar del placer otorgado por el terror.
Por ANDREA RÍOS